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El Búho Borracho

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Un jodido espejismo.

Ellos escuchan música clásica para sentirse mejores, suben esos temas a sus páginas y la adornan con fotografías de amaneceres, atardeceres y anocheceres. Van diciendo que en sus casas cogen un libro y lo leen en una tarde lluviosa de invierno acompañados con Morzart de fondo. Luego cuando están solos en una de estas situaciones se dicen a ellos mismos que muy bien, que así es como tienen que hacerlo, que no necesitan nada mas. Cuando caiga el sol mirarán por la ventana y verán la luna, dirán que la aman, que es su inspiración y escribirán para ella mientras fuman hierba. Saldrán a pasear o a tomar algo con personas no tan interesantes como ellos, porque ellos no escuchan Bach, ni beben vino en delicadas copas de cristal, ni sabrían guardar secretos con las noches, sus eternas amantes, porque para ellos la noche tiene esa magia especial que los inspira a actuar como lo hacen y a escribir lo que escriben. Caminarán con la cabeza bien alta orgullosos de sentirse artistas y ser como son.

Mientras ellos miran la luna, o esperan que caiga la noche para decir al día siguiente a sus compañeros de trabajo y amigos que la pasaron en vela con la compañera melancolía, o mientras escriben esas palabras que dicen estar inspiradas en el arte que solo un poeta es capaz de ver en las pequeñas cosas… yo seguiré bebiendo cerveza con sabor a lata, tirado en el sofá de mi casa, pero sin escuchar Mozart o Bach, tampoco miraré la luna ni diré que la noche me inspira, pasearé por las calles, pero sin ningún motivo en particular… aunque, eso sí, las letras de un buen libró seguirán desgastando mi cansada mirada.

imagen; airoria

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Perdí la cordura.

Un día perdí la cabeza
no literalmente ya que esta
continuaba sobre mis hombros.
Me refiero a la cordura
pero yo no lo sabía
y no lo hubiese sabido
de no se por un chico joven.
-¡señor- gritó
-Ha perdido la cordura-
lo miré con los ojos muy abiertos.
-No tema, la encontré ahí tirada-
y señaló una alcantarilla abierta.
Me metí y ahí vi algo
parecía un trozo de carne cruda
pero debía ser mi cordura
como dijo el chicho joven.
La tomé
y la guardé en un bolsillo,
miré a mi alrededor y vi varias cosas mas,
el chico joven estaba conmigo
y me dijo que todas esas cosas
también eran mías.
yo lo miré con los ojos muy abiertos.
Señaló uno a uno todos los desperdicios,
eso es tu conciencia,
eso tu estado de ánimo,
y aquello que huele tan mal es tu sentido común.
Lo tomé todo y lo guardé como pude
en los bolsillos rotos del pantalón,
ahí se encontraba todo aquello
junto y revuelto.
El chico me dijo que si me comía todo
por fín podría ser como uno mas.
Salí de la alcantatarilla y me quedé ahí
mirando la gente pasar, decidí dar una vuelta
con todo aquello apretando mis bolsillos
y observé todo con gran detenimiento,
la gente haciendo la compra,
paseando sus perros
o sentados en los bancos del parque
acomodados en su fácil y sencilla vida.
Volví a casa y eché todo aquello
que apestaba mis pantalones por el retrete,
luego tiré de la cadena.

imagen; A-Ri

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Solo es un juego.

Una noche me dijo
que conoció a un hombre
en su trabajo,
Yo seguí bebiendo vino
y no me molesté
si quiera en mirarla.

Noches después me dijo
que el hombre de su trabajo
era encantador y soltero,
yo la miré, me bebí
el resto del vino de un trago
y le dije que llevara cuidado.

Sus ojos diminutos mi miraron,
y se indignó conmigo,
eso me lo dijo todo,
le dije que para aquel hombre
aquello era un juego
al que todos los hombres juegan
con la mujeres comprometidas.

Ella se dió la vuelta
y se durmió.
yo me dormí también.

Días después, me dijo
que saldría a la noche
y llegaría tarde.
No le pregunté,
seguí con mi vino.

Volvió borracha, le dije
que llevara cuidado con ese hombre
que para el no era mas que un juego
al que todo hombre juega
con las mujeres comprometidas.

Me dijo que no sabía
lo que era el Amor.
No le contesté.
Esa noche acabé borracho.

Días mas tarde
me dijo que recogiera mis cosas
que hiciera la maleta
que no quería saber nada de mí
y me fuera de su casa.

Yo cogí unos calzoncillos
limpios que encontré
por ahí tirados,
me los eché al bolsillo
y me fui.

Días después me llamó,
me dijo que cuando habló
con aquel encantador hombre
y le dijo que me había dejado
para estar con el,
éste se dió la vuelta
y ya no quiso saber nunca
nada de ella.

Me pidió que volvieses a su lado.
Colgué el teléfono.
Me tiré en la cama de aquel
sucio y apestoso hostal
y comencé a reír y reír.
Esa noche acabé borracho.

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